
Un nuevo caso de muerte súbita en canchas jujeñas pone en foco la falta de controles médicos y protocolos de emergencia en torneos amateur.
La ciudad de San Pedro de Jujuy vivió una jornada trágica este sábado tras el fallecimiento de Vicente Figueroa un hombre de 62 años que se descompensó mientras jugaba un partido del torneo de fútbol de veteranos en el predio deportivo de La Mielera. Se trata del tercer fallecimiento en lo que va del año durante este tipo de encuentros en la provincia.
De acuerdo a fuentes policiales, Figueroa comenzó a sentir fuertes dolores en el pecho y cayó desplomado en pleno campo de juego.
Inmediatamente, compañeros y asistentes intentaron reanimarlo mientras esperaban la llegada del SAME, que lo trasladó de urgencia al Hospital Paterson. Sin embargo, pese a los esfuerzos médicos, el hombre falleció poco después de su ingreso. Si bien se presume que la causa del deceso fue un paro cardiorrespiratorio, las autoridades aún no brindaron detalles concluyentes.
Este nuevo caso reactiva la preocupación por la seguridad sanitaria en el deporte amateur, especialmente en categorías de veteranos, donde los riesgos cardíacos son significativamente mayores.
El fallecimiento de Figueroa se suma a dos hechos similares:
* Enero 2025: Un jugador de 40 años murió durante un partido en las canchas de Agua Potable del barrio Malvinas, en San Salvador de Jujuy.
* Junio 2025: Otro futbolista veterano perdió la vida en la cancha de Lote La Manga, también en San Pedro, ubicada sobre la Ruta Nacional 34.
Estas tragedias evidencian una preocupante seguidilla de muertes en el fútbol recreativo de veteranos en Jujuy, y vuelven a instalar el debate sobre la urgente necesidad de controles médicos previos, personal capacitado en primeros auxilios y protocolos de emergencia estandarizados en este tipo de competencias.
La continuidad de estos episodios fatales en cortos periodos de tiempo debe movilizar a clubes, organizadores y autoridades provinciales a tomar medidas concretas. La implementación de chequeos médicos obligatorios, la presencia de desfibriladores y la capacitación en RCP (reanimación cardiopulmonar) podrían marcar la diferencia entre la vida y la muerte en situaciones críticas.
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