La pobreza en Argentina afecta actualmente al 49,9% de la población, lo que equivale a 23 millones de personas, según el último informe del Observatorio de la Deuda Social Argentina (ODSA) de la Universidad Católica Argentina (UCA). Aunque esta cifra refleja una disminución respecto al inicio del año, sigue siendo más alta en comparación interanual, marcando los desafíos estructurales del país.
En los primeros meses del gobierno de Javier Milei, la pobreza alcanzó un pico del 55%, tras haber cerrado 2023 en el 44,7%. Sin embargo, durante el tercer trimestre de 2024, el índice cayó al 49,9%. Esta mejora parcial se atribuye al **descenso de la inflación y la estabilidad del empleo**, aunque el aumento de la informalidad laboral y el limitado consumo matizan el panorama.
Por otro lado, la **indigencia pasó del 11,9% en 2023 al 12,9% en 2024**, reflejando un deterioro en los hogares más vulnerables. Cerca del 30% de las familias argentinas recortaron gastos en medicamentos, dejaron de pagar impuestos o no pudieron cubrir servicios esenciales.
El 65,5% de los niños argentinos vive en situación de pobreza, y el 19,2% en indigencia. Según el director del ODSA, Agustín Salvia, esta situación refleja una «desinversión generacional», ya que en 2011-2012 el porcentaje de niños pobres era del 40%.
«Los hogares con menor capital social son los más afectados», sostuvo Salvia, destacando que los sectores más bajos enfrentan una mayor concentración de pobreza extrema, mientras que la clase media sufre una creciente precarización.
El informe revela que solo el 40% de los trabajadores cuenta con un empleo pleno de derechos. El 23,6% de la población activa se encuentra en subempleos inestables, y un preocupante 35,3% de los trabajadores reside en hogares pobres. Sin políticas que impulsen la productividad, la creación de empleo de calidad y una seguridad social robusta, la pobreza seguirá siendo un desafío estructural.
En el contexto urbano, el 36,3% de los hogares recibe asistencia estatal directa o indirecta. Sin este apoyo, la indigencia alcanzaría al 23,2% y la pobreza al 55,4%, según el informe. Esto evidencia la fragilidad de la estructura social argentina frente a la crisis.
A pesar de la tendencia a la baja, Salvia advierte: “Tenemos problemas estructurales que la crisis actual no resuelve y está abierto el futuro”. La estabilización macroeconómica, el fomento de la inversión y la generación de empleos de calidad son esenciales para revertir el panorama actual y garantizar un desarrollo sostenible.
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