En los últimos años, el consumo de bebidas energéticas ha crecido de manera exponencial, convirtiéndose en una parte habitual de la vida de muchos adultos, jóvenes y adolescentes. Con la promesa de un rápido impulso de energía y concentración, estas bebidas han ganado popularidad, pero un estudio reciente publicado en la revista *Nutrients* advierte sobre sus riesgos para la salud, especialmente en el sistema cardiovascular y nervioso.
La investigación, difundida por la Agencia de Noticias Científicas de la Universidad Nacional de Quilmes (UNQ), destaca que las bebidas energéticas contienen ingredientes potencialmente peligrosos como altas dosis de cafeína, azúcares añadidos y estimulantes como guaraná, taurina y L-carnitina. Estos componentes, aunque son legales y de fácil acceso, pueden tener efectos graves en la salud si se consumen sin precaución.
Uno de los hallazgos más preocupantes de este estudio es la conexión entre el consumo de bebidas energéticas y problemas cardíacos graves, incluyendo casos de paro cardíaco y arritmias como la fibrilación ventricular. Lo alarmante es que estos efectos se han observado incluso en personas sin antecedentes médicos previos, lo que demuestra la gravedad del riesgo.
Los investigadores realizaron una exhaustiva revisión de bases de datos científicas como PubMed, Google Scholar y EBSCO, abarcando estudios e informes de casos desde enero de 2009 hasta abril de 2023. Analizaron 96 artículos científicos que documentan efectos adversos no solo en el sistema cardiovascular, sino también en otros sistemas como el gastrointestinal, neurológico, renal, autoinmune y cutáneo.
Mariángeles Espiño, especialista en Nutrición y Diabetes y jefa del Servicio de Nutrición del Sanatorio Trinidad Quilmes, alertó sobre el consumo de estas bebidas en grupos vulnerables: “Las advertencias sobre las bebidas energéticas no pueden ser más oportunas, especialmente cuando se trata de proteger a los menores de 12 años. Los efectos adversos en su desarrollo son evidentes, incluyendo problemas de sueño, nerviosismo y taquicardia”.
Espiño también señaló que las mujeres embarazadas o en período de lactancia deben evitar estas bebidas, ya que la cafeína puede afectar al feto y al bebé. El riesgo de complicaciones como parto prematuro y bajo peso al nacer es significativo, y las sustancias estimulantes pueden pasar a la leche materna, perjudicando al recién nacido.
Además, las personas con condiciones específicas, como trastornos cardíacos, hipertensión arterial, ansiedad o insomnio, deben abstenerse de consumir estas bebidas, ya que pueden empeorar sus síntomas.
Es importante destacar que, aunque se comercializan y consumen con la misma naturalidad que jugos o gaseosas, las bebidas energéticas no están reguladas adecuadamente en términos de publicidad y comercialización. Con niveles inseguros de cafeína y otros estimulantes, estos productos pueden causar serios efectos en el organismo, especialmente si se consumen de manera irresponsable.
Para promover un consumo más informado y seguro, es fundamental que las autoridades reguladoras y la industria tomen en cuenta los hallazgos de este estudio. La información es clave para proteger la salud de millones de personas que, atraídas por la promesa de un impulso energético, pueden estar poniendo en riesgo su bienestar.
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