El Banco Central de la República Argentina (BCRA) ha decidido suspender los únicos contratos vigentes para la impresión de billetes con la Casa de Moneda, una medida que marca un giro en la estrategia de emisión de dinero en el país. A raíz de esta decisión, los billetes de 1.000 y 2.000 pesos, que estaban pendientes de producción, ya no serán impresos, confirmaron fuentes oficiales.
La medida se tomó como respuesta a los constantes retrasos en la producción de billetes por parte de Casa de Moneda y la necesidad de adaptarse al contexto inflacionario, que ha generado la necesidad de imprimir billetes de mayor denominación. En lugar de los billetes de 1.000 y 2.000 pesos, el BCRA priorizará la emisión de billetes de $20.000 y continuará con la producción de los de $10.000 para cubrir la demanda de efectivo en circulación.
Esta decisión deja a la Casa de Moneda al borde de la inactividad total, acercándola a su cierre definitivo, el cual fue anunciado semanas atrás por el gobierno. La situación fue comunicada internamente al personal de la imprenta estatal, quienes fueron informados de la suspensión de la producción y del uso obligatorio de los días de vacaciones que tuvieran disponibles. Hasta el momento, no se han registrado despidos ni suspensiones formales, pero la medida genera incertidumbre entre los empleados.
Según fuentes del BCRA, la decisión de interrumpir los contratos con Casa de Moneda se basa en dos razones clave. La primera es el incumplimiento total del cronograma de entrega de billetes, correspondiente a tres contratos firmados bajo la gestión anterior. La segunda razón es el alto costo de producción, ya que la Casa de Moneda cobra el doble de lo que cuesta fabricar los billetes en el exterior, según los precios actuales pagados por la impresión del nuevo billete de $20.000.
El Banco Central ya había adelantado el 45% del pago de tres contratos: uno firmado en noviembre de 2021, otro en septiembre de 2022 y el último en febrero de 2023. Sin embargo, ninguno de estos acuerdos se cumplió en los plazos establecidos.
Con esta decisión, el Banco Central ajusta su política de emisión monetaria en línea con la creciente inflación y la necesidad de billetes de mayor denominación. Mientras tanto, la Casa de Moneda se enfrenta a un futuro incierto, con su personal en vacaciones obligatorias y sin perspectivas claras de continuar la producción.
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